ELECCIONES PROVINCIALES

Cierre de listas del PJ bonaerense: un acuerdo endeble y una tregua forzada en medio de una desgastante interna

Después de una feroz interna de poder, que se extendió durante un año y medio, y que es posible que continúe después de las elecciones provinciales, el peronismo bonaerense llegó al día clave del armado electoral en un clima menos hostil que el que muchos dirigentes pensaban.

 Tras un año y medio de una feroz y prolongada interna, el peronismo bonaerense llega al día clave del cierre de listas con un acuerdo endeble, sostenido por una tregua forzada entre el kicillofismo, el massismo y el cristinismo. A pocas horas de la medianoche, las negociaciones se intensifican para definir los principales nombres de las listas seccionales, en un clima de tensión donde la unidad parece más una necesidad electoral que una convicción. La mesa política, conformada por referentes de los tres sectores, ha logrado encauzar el "toma y daca" de lugares, aunque las diferencias de criterio, como la postura de Cristina Kirchner sobre las candidaturas testimoniales, evidencian las fisuras de un pacto que se cerró "a la fuerza".

Los tres sectores que se sentaron a la mesa -kicillofismo, massismo y cristinismo- lograron encontrar una línea de trabajo para que las tensiones no se desmadren y los acuerdos vayan acumulándose, día a día, entre los pequeños logros de la mesa política.

Fue justamente esa mesa, conformada por Carlos Bianco, Gabriel Katopodis, Facundo Tignanelli, Emanuel González Santalla, Sebastián Galmarini y Rubén "Turco" Eslaiman, la que encontró un funcionamiento adecuado para poder encauzar la negociación de proporciones, nombres y lugares.

La lógica que implementaron fue la de empezar a cerrar listas de abajo hacia arriba. Primero las listas de concejales en los 135 municipios y después el armado de las ocho listas seccionales. Aunque las negociaciones, inevitablemente, se entrecrucen. El toma y daca de lugares los obligó a llenar los casilleros vacíos en todas las categorías con acuerdos que, en muchas oportunidades, ataban la situación municipal con la local, generando complejas interdependencias.

Las discusiones internas sobre cómo debía ser el proceso electoral bonaerense fueron tan largas y espesas, que demoraron el inicio de las negociaciones bajo un acuerdo de unidad. El punto de partida para empezar a ajustar los detalles fue la reunión que Massa, Kirchner y Kicillof protagonizaron el lunes 7 de julio. Dos días después nació Fuerza Patria como una nueva alianza electoral.

Diferencias internas y la tregua por necesidad

Una de las diferencias sustanciales que hubo en la mesa de negociación fue la línea que el cristinismo le bajó a sus intendentes respecto a la posibilidad de ser candidatos testimoniales. Cristina Kirchner no quiere que nadie de su espacio vaya primero en la boleta municipal y que después no asuma, buscando evitar una práctica que generó críticas en el pasado.

La situación es diferente en el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), donde varios intendentes encabezarán las listas de concejales. Mario Secco (Ensenada), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Juan José Mussi (Berazategui) y Andrés Watson (Florencio Varela) son algunos de los ejemplos, mostrando una estrategia distinta.

En el caso del Frente Renovador, Massa no bajó ninguna línea. De todas formas, no hay jefes comunales de ese espacio que vayan como candidatos testimoniales. Diferencias de criterio en la conducción de cada sector. Más allá de esas posturas disímiles, las negociaciones de la última semana se dieron en un buen clima, con las tensiones lógicas de cualquier cierre de lista.

Si bien se logró generar una tregua para negociar, en el peronismo bonaerense nadie pierde de vista que la unidad en una misma alianza se cerró a la fuerza, sin convencimiento pleno de construir juntos un proyecto político. Es un acuerdo circunstancial, marcado por la necesidad de no caer en una derrota estrepitosa por la división de la oferta electoral peronista.

Tal vez por eso la desconfianza esté flotando en el aire todo el tiempo. Porque el acuerdo llegó más por necesidad que por convicción. Incluso en el MDF algunos intendentes mantenían la idea firme de que el mejor camino era romper con el cristinismo, para lograr una independencia mayor de la figura de Cristina Kirchner y comenzar un camino nuevo rumbo hacia el 2027, año en el que Kicillof aspira a ser candidato a presidente.

Esa pretensión del Gobernador también marcó el pulso de la discusión bonaerense. Kicillof armó el MDF para discutir poder adentro del esquema político del peronismo y tener un volumen de dirigentes que acompañen su camino hacia la candidatura presidencial. El gran objetivo de su planteo fue tener presencia en la mesa de negociación, quitarle poder a la lapicera de Máximo Kirchner y posicionar su liderazgo interno, pero con trascendencia nacional.

El cierre dejará heridos. Como siempre. Los nombres propios y los lugares que ocupen expondrán los hilos del acuerdo. Un acuerdo endeble, sin más argumentos que la conveniencia electoral. El peronismo hizo uso de su pragmatismo inagotable y ahora está a la espera de que ese acuerdo sea lo suficientemente positivo para enfrentar el proceso electoral. 

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