Menos retenciones impulsan la siembra de trigo y cebada con promesa de más divisas
El Gobierno extendió la rebaja de retenciones para la "cosecha fina", desatando el optimismo en el sector agropecuario. La medida proyecta un aumento de la producción y las exportaciones, pero reaviva el reclamo histórico por la eliminación total de los derechos de exportación en todos los cultivos.
El anuncio del ministro de Economía, Luis Caputo, de prorrogar la rebaja de retenciones para el trigo y la cebada hasta el 31 de marzo de 2026, ha sido recibido con alivio y entusiasmo en el sector agropecuario argentino. Esta decisión, comunicada a través de las redes sociales del funcionario, significa que las exportaciones de estos cereales -que actualmente generan alrededor de 4.000 millones de dólares anuales- mantendrán una menor carga tributaria durante toda la campaña 2025/2026.
Si bien la medida brinda previsibilidad y un respiro crucial en un contexto de márgenes ajustados, también reactivó la demanda histórica del campo: la eliminación total de los derechos de exportación (DEX) para todos los cultivos. Desde distintos puntos de la cadena agroindustrial, se celebró la prórroga, pero se insistió en la necesidad de una política fiscal más equitativa, que abarque también a la soja y el maíz.
La Cámara de la Industria Aceitera Argentina (CIARA) calificó la decisión como "el camino correcto", aunque instó al Gobierno a extenderla a los granos de la cosecha gruesa. Por su parte, Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), advirtió que las retenciones "frenan las inversiones y el desarrollo económico" y que la medida debe ser el inicio de su "eliminación definitiva".
Andrea Sarnari, presidenta de la Federación Agraria Argentina (FAA), si bien valoró el anuncio, remarcó que se necesita que las retenciones, "el peor de los tributos, vayan siendo eliminadas gradualmente, pero de manera definitiva". Desde CRA, Carlos Castagnani, destacó que la medida es "necesaria por la situación actual de bajos precios internacionales" y "busca aliviar la carga de los productores". José Martins, del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), consideró que "colaborará en una mayor producción para el próximo año", aunque también pidió ampliar el alcance.
Más producción, más recaudación: el círculo virtuoso del campo
Un punto central, destacado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), es que la rebaja de los DEX no implica necesariamente una menor recaudación para el Estado. Por el contrario, al incentivar la producción y mejorar los rindes, la base imponible se amplía. "Con incentivos, se siembra más, se invierte más y se produce más", señalaron desde la entidad. El informe técnico de la BCBA explica que, incluso con una retención por tonelada más baja, el resultado fiscal puede ser igual o superior gracias al aumento general del volumen y la actividad económica asociada.
La BCBA proyecta que, con este nuevo escenario, la superficie sembrada con trigo crecerá un 6%, alcanzando las 6,3 millones de hectáreas. La producción de trigo podría llegar a 20,5 millones de toneladas y la de cebada a 5,1 millones de toneladas, un aumento del 10% respecto al ciclo anterior. Además, las exportaciones podrían incrementarse hasta un 15%, superando los 4.200 millones de dólares en ingreso de divisas.
Líderes del sector, como Ignacio Kovarsky, presidente de CARBAP, recordaron el antecedente de 2016, cuando la eliminación de retenciones para el trigo y el maíz derivó en un crecimiento del 60% en la producción de trigo en dos campañas. "Cada vez que se eliminan retenciones, el agro responde con producción, inversión y empleo. Lo vivimos hace menos de una década. Hay que volver a ese camino, pero de forma estructural y previsible", afirmó Kovarsky.
Más allá de los números directos, la mejora en los márgenes proyectados para trigo y cebada dinamiza el entramado productivo de las economías regionales. La inversión en insumos, fertilizantes y tecnología genera un efecto multiplicador que beneficia a contratistas, transportistas, cooperativas y comercios locales. "El impacto va más allá de la tranquera: más camiones yendo y viniendo, más empleo rural, más consumo en los pueblos. Es una cadena que se activa desde el productor hacia toda la comunidad", agregó Kovarsky.
Las proyecciones para la campaña 2025/2026 reflejan un optimismo que, con condiciones climáticas favorables y un marco fiscal más amigable, podría consolidar un volumen exportable sostenido superior a los 25 millones de toneladas entre trigo y cebada, lo que significaría más ingresos para el país y mayor competitividad internacional. No obstante, las entidades advierten que este impulso podría diluirse si no se avanza hacia una reforma integral del esquema tributario, con reglas claras y duraderas. El mensaje es claro: el campo puede convivir con impuestos, pero necesita incentivos para producir más y generar más divisas para el país.